En 1554 se imprimió en Burgos, en Alcalá de Henares y en Amberes, un libro con el título de Vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades. Hay razones para pensar que debió de existir una edición anterior, quizás de 1553, pero no se ha conservado ningún ejemplar de esta edición. El libro se hizo pronto popular y se reimprimió muchas veces. Su popularidad se extendió más allá de España, y fue traducido al francés (1560), al inglés (1576), al holandés (1579), al alemán (1617), al italiano (1622). Esta obra marcará el inicio de un nuevo género literario: la novela picaresca, de gran importancia en la literatura española del Siglo de Oro.
La novela picaresca
Al margen de la individualidad propia de cada obra, todas las novelas picarescas comparten una serie de características comunes que podrían resumirse en las siguientes.
1. El protagonista es el pícaro, categoría social, procedente de los bajos fondos que, a modo de antihéroe, es utilizado por la literatura como contrapunto al ideal caballeresco. Su línea de conducta está marcada por el engaño, la astucia, el ardid y la trampa ingeniosa. Vive al margen de los códigos de honra propios de las clases altas de la sociedad de su época. Su libertad es su gran bien. Una libertad condicionada por su ascendencia, que el protagonista relata al lector para que comprenda su norma de vida, condicionada o determinada, en parte, por sus coordenadas existenciales.
2. Carácter autobiográfico. El protagonista narra sus propias aventuras, empezando por su genealogía, que resulta ser lo más antagónica a la estirpe del caballero. La forma autobiográfica estará en función de la orientación de crítica social que ejercerá la novela picaresca; al proyectar el autor su personalidad sobre un personaje fictício, esto le permite exponer con mayor libertad sus propias ideas.
3. Una doble temporalidad. El pícaro aparece en la novela desde una doble perspectiva: como autor y como actor. Como autor se sitúa en un tiempo presente que mira hacia su pasado y narra una acción, cuyo desenlace conoce de antemano.
4. Estructura abierta. El pluralismo de aventuras que se narran podrían continuarse; no hay nada que lo impida, porque las distintas aventuras no tienen entre sí más trabazón argumental que la que da el protagonista.
5. Carácter moralizante. Cada novela picaresca vendría a ser un gran "ejemplo" de conducta aberrante que, sistemáticamente, resulta castigada. La picaresca está muy influida por la retórica sacar de la época, basada en muchos casos, en la predicación de "ejemplos", en los que se narra la conducta descarriada de un individuo que, finalmente, es castigado o se arrepiente.
6. Carácter satírico. La sátira es un elemento constante en el relato picaresco. El protagonista deambulará por las distintas capas sociales, a cuyo servicio se pondrá como criado, lo que le permitirá conocer los acontecimientos más íntimos de sus dueños. Todo ello será narrado por el pícaro con actitud crítica. Sus males son, al mismo tiempo, los males de una sociedad en la que impera la codicia y la avaricia, en perjuicio de los menesterosos que pertenecen a las capas más bajas de la sociedad.
El Lazarillo de Tormes
La forma autobiográfica, rasgo común de todas las novelas picarescas, es la primera nota que caracteriza el relato de ficción del Lazarillo. Lázaro nos relata la historia de su vida: Lázaro nace en Salamanca, cerca del río Tormes, en el seno de una familia pobre, y desde niño se ve obligado a servir a varios amos (ciego, clérigo, noble, fraile, buldero, pregonero). Lázaro terminará independizándose y, ya hombre casado, disfruta de una situación que él considera próspera
En este relato autobiográfico aparecen dos categorías temporales: un "ahora" que se explica a través de un "antes". Lázaro dirige su relato a una persona de rango superior ("Vuestra Merced"), a quien cuenta su "caso": las dudosas relaciones entre la mujer de Lázaro y el Arcipreste de Sant Salvador, cuya casa ella frecuenta. Este caso es el núcleo configurador en torno al cual se organiza la materia narrativa. La unidad estructural gira en torno a la convergencia de todo el pasado en el ser presente de Lázaro que cuenta su vida para justificar su "caso", un caso de honra. Lázaro no hace sino justificar una conducta moral muy particular aprendida de los labios de su madre: arrimarse a los "buenos", aquellos que le ayudan a sobrevivir.
Los sucesos fundamentales de su vida expresan el proceso educativo del protagonista, como una evolución pedagógica de perversión. Lázaro, hombre de vil origen, educado en la astucia y en el engaño por el ciego, busca una honra que le proporcione un provecho que, al fin, consigue, como nos relata en el "Tratado VII". En la novela hay dos planos narrativos: el del autor y el del protagonista; los dos planos se interfieren por medio de la ironía, aunque en dos sentidos diferentes: Lázaro cuenta su vida como si de un triunfo se tratase, mientras el autor cree todo lo contrario; Lázaro, desde su perspectiva, considera que ha llegado a buen puerto; para el autor, por el contrario, aquella situación es el colmo de la abyección.
En cuanto al estilo del Lazarillo, está escrito dentro del "estilo humilde", relacionado con la poética de los tres estilos (sublime, mediocre e ínfimo); el origen social de Lázaro exige al autor seguir las normas de la poética del estilo bajo. Cada estilo debía acomodarse a unos temas y a unos personajes para conseguir el "decoro", cualidad artística que consiste en hacer hablar a los personajes de acuerdo con su procedencia estamental. Por ello, el autor coloca al pícaro y al mundo que lo rodea dentro de una verosimilitud narrativa, en consonancia con su personalidad y el medio ambiente en el que vive. Esto se consigue intentando que la lengua sea un reflejo de este telón de fondo social; de ahí que abunden los vulgarismos y un estilo coloquial, con el que se intenta un acercamiento a la situación existencial del protagonista y de su medio ambiente.
Temas:
La temática del Lazarillo de Tormes es moral: una crítica acerba, incluso una denuncia, del falso sentido del honor ("la negra que llaman honra") y de la hipocresía. La dignidad humana sale muy malparada de la sombría visión que ofrece el autor, nihilista y anticlerical. La vida es dura y, tal como aconseja el ciego a Lázaro en la obra, "más da el duro que el desnudo"; cada cual busca su aprovechamiento sin pensar en los otros, por lo que, como se dice al principio de la obra, arrimándose a los buenos "se será uno de ellos": esto es, para ser virtuoso hay que fingir ser virtuoso, no serlo. Sin duda alguna, se trata de la visión de un humanista desencantado, acaso judeoconverso y erasmiano, a pesar de que Marcel Bataillon niega el influjo directo de Erasmo en la obra.
Como consecuencia, resultó la inclusión de esta obra en el Índice de libros prohibidos de la Inquisición, la cual permitió al cabo la circulación de una versión expurgada de los pasajes anticlericales. El Lazarillo fue, además, una obra muy traducida e imitada, y su influjo, profundo, marcó tanto la literatura española que podría decirse que sin ella no habrían podido escribirse ni Don Quijote de la Mancha ni la treintena de novelas picarescas españolas y extranjeras que se han conservado.
Fuentes:
El asno de oro: el Lazarillo responde a la estructura de la novela constumbrista de aventuras, representada por la obra de Lucio Apuleyo. Esta influye en la organización del relato y en la índole del protagonista: mozo de muchos amos; pero Lázaro no sufre la metamorfosis del personaje de Apuleyo.
Cuarto libro del esforzado caballero Reinaldos de Montalbán: esta obra, de 1542, era en realidad una adaptación de Baldus o Baldo (1521), poema macarrónico (mezcla de palabras latinas y vulgares con terminaciones latinas) del italiano Teófilo Folengo, que presentaba ya narración autobiográfica, un héroe de baja extracción y la pareja del ciego y su mozo. Pero tanto en esta obra como en el Lazarillo subyace el modelo de Apuleyo.
Proceso de cartas de amores: de esta novela sentimental de Juan de Segura (1548), el Lazarillo toma el modelo epistolar, que había adquirido gran relevancia en el humanismo.
Cuentos folclóricos:[20] actualmente, se tiende a no privilegiar en exceso las fuentes orales como fundamento del Lazarillo y a tener en cuenta los textos escritos, máxime si su posible autor era un hombre letrado.
Confesiones de Agustín de Hipona: toma la estructura autobiográfica, sobre todo al principio de la obra.
Valor y trascendencia:
El Lazarillo de Tormes es una obra artística de primer orden; lo es por su originalidad, su valor humano, su trascendencia literaria y cultural, su estilo (el castellano equilibrado, preciso y oral que preconizaba Juan de Valdés) y su lenguaje: un castellano clásico modélico, flexible y expresivo, sutilmente irónico, donde abundan las geminaciones y los isocola y donde no se desprecian y se ponen al mismo nivel el castizo refrán y la cita culta. La desproporción entre la materia y su elaboración por parte del autor se inclina marcadamente en esta última, pero sin denotar, y en eso consiste uno de sus méritos, el esfuerzo que debió suponer
Argumento:
La obra está dividida en siete tratados y cuenta en primera persona la historia de Lázaro González Pérez, un niño de origen muy humilde; aunque sin honra, nació en un río de Salamanca, el Tormes, como el gran héroe Amadís; quedó huérfano de su padre, un molinero ladrón llamado Tomé González, y fue puesto al servicio de un ciego por su madre, Antona Pérez, una mujer amancebada con un negro, Zaide, que le da a Lazarillo un bonito hermanastro mulato.
Entre "fortunas y adversidades", Lázaro evoluciona desde su ingenuidad inicial hasta desarrollar un instinto de supervivencia. Es despertado a la maldad del mundo por la cornada de un toro de piedra, embuste con el que el ciego le saca de su simpleza; después rivaliza en astucia con él en diversos célebres episodios como el de las uvas o el jarro de vino (un modelo de narración clásica) hasta que se venga devolviéndole la cornada de piedra con otro embuste, que le vale al cruel ciego descalabrarse contra un pilar.
Pasa luego a servir a un tacaño clérigo de Maqueda que lo mata de hambre, y al que sisa algo de pan de un arca que tiene; el clérigo lo confunde a oscuras (en su boca silba accidentalmente la llave del arca, escondida mientras duerme) y, tomándolo por culebra, descubre el engaño, le da una tremenda paliza y lo despide.
Después entra a servir a un hidalgo arruinado cuyo único tesoro son sus recuerdos de hidalguía y de dignidad; Lazarillo simpatiza con él, ya que aunque no tiene nada que darle, por lo menos le trata bien, si bien recurre a esa simpatía que despierta para conseguir que le dé parte de los mendrugos que consigue el muchacho al pedir limosna, ya que él no posee la dignidad de la hidalguía. El patético escudero termina por abandonar la ciudad y Lazarillo se encuentra de nuevo solo en el mundo.
Más adelante sirve Lázaro a un sospechoso fraile mercedario, tan amante del mundo que apenas para en su convento y le hace reventar los zapatos. Según Aldo Ruffinato, habría una alusión a las reformas monásticas por entonces de moda, en el sentido de "descalzar" o hacer más rigurosos los estatutos del clero regular, o quizás alusión a actividades sexuales hetero u homoeróticas.[22] Sin embargo, Francisco Rico asegura que «no hay el menor inidicio para suponer tal escabrosidad», pues el sentido del texto es una simple abbreviatio o reticencia, procedimiento abundantemente usado antes, como cuando relatando sus aventuras con el ciego, Lázaro dice «por no ser prolijo, dejo de contar muchas cosas [...]», en elipsis que era común para terminar las cartas, teniendo en cuenta que todo el Lazarillo una larga epístola.[23]
El tratado quinto es más extenso: narra una estafa realizada por parte de un vendedor de bulas o buldero. Lazarillo sirve al buldero y asiste como espectador, sin opinar, al desarrollo del timo, en el cual finge el buldero que alguien que piensa que las bulas no sirven para nada está poseso por el diablo, cuando en realidad está compinchado o conchabado con él; esto se descubre a posteriori, con una hábil técnica de suspensión. También este tratado sufrió la poda de la censura.
Los restantes y breves tratados narran cómo Lázaro se asienta con otros amos, un capellán, un maestro de hacer panderos y un alguacil y se hace aguador. Por último consigue el cargo de pregonero gracias al arcipreste de la iglesia toledana de San Salvador, quien además le ofrece una casa y la oportunidad de casarse con una de sus criadas, con la finalidad de disipar los rumores que se ciernen sobre él, ya que era acusado de mantener una relación con su criada. Sin embargo, tras la boda los rumores no desaparecen y Lázaro comienza a ser objeto de burla por parte del pueblo. Lázaro sufre la infidelidad con paciencia, después de toda una vida de ver qué es el honor y la hipocresía que encubre la dignidad realmente, ya que eso al menos le permite vivir, y con ello termina la carta, un cínico alegato autojustificativo que ridiculiza la literatura idealista del momento. Lázaro afirma que ha alcanzado la felicidad, pero para ello ha debido perder su honra, pues los rumores afirman que su mujer es la amante del arcipreste. Para mantener su posición, Lázaro hace oídos sordos a dichos rumores.
La novela picaresca
Al margen de la individualidad propia de cada obra, todas las novelas picarescas comparten una serie de características comunes que podrían resumirse en las siguientes.
1. El protagonista es el pícaro, categoría social, procedente de los bajos fondos que, a modo de antihéroe, es utilizado por la literatura como contrapunto al ideal caballeresco. Su línea de conducta está marcada por el engaño, la astucia, el ardid y la trampa ingeniosa. Vive al margen de los códigos de honra propios de las clases altas de la sociedad de su época. Su libertad es su gran bien. Una libertad condicionada por su ascendencia, que el protagonista relata al lector para que comprenda su norma de vida, condicionada o determinada, en parte, por sus coordenadas existenciales.
2. Carácter autobiográfico. El protagonista narra sus propias aventuras, empezando por su genealogía, que resulta ser lo más antagónica a la estirpe del caballero. La forma autobiográfica estará en función de la orientación de crítica social que ejercerá la novela picaresca; al proyectar el autor su personalidad sobre un personaje fictício, esto le permite exponer con mayor libertad sus propias ideas.
3. Una doble temporalidad. El pícaro aparece en la novela desde una doble perspectiva: como autor y como actor. Como autor se sitúa en un tiempo presente que mira hacia su pasado y narra una acción, cuyo desenlace conoce de antemano.
4. Estructura abierta. El pluralismo de aventuras que se narran podrían continuarse; no hay nada que lo impida, porque las distintas aventuras no tienen entre sí más trabazón argumental que la que da el protagonista.
5. Carácter moralizante. Cada novela picaresca vendría a ser un gran "ejemplo" de conducta aberrante que, sistemáticamente, resulta castigada. La picaresca está muy influida por la retórica sacar de la época, basada en muchos casos, en la predicación de "ejemplos", en los que se narra la conducta descarriada de un individuo que, finalmente, es castigado o se arrepiente.
6. Carácter satírico. La sátira es un elemento constante en el relato picaresco. El protagonista deambulará por las distintas capas sociales, a cuyo servicio se pondrá como criado, lo que le permitirá conocer los acontecimientos más íntimos de sus dueños. Todo ello será narrado por el pícaro con actitud crítica. Sus males son, al mismo tiempo, los males de una sociedad en la que impera la codicia y la avaricia, en perjuicio de los menesterosos que pertenecen a las capas más bajas de la sociedad.
El Lazarillo de Tormes
La forma autobiográfica, rasgo común de todas las novelas picarescas, es la primera nota que caracteriza el relato de ficción del Lazarillo. Lázaro nos relata la historia de su vida: Lázaro nace en Salamanca, cerca del río Tormes, en el seno de una familia pobre, y desde niño se ve obligado a servir a varios amos (ciego, clérigo, noble, fraile, buldero, pregonero). Lázaro terminará independizándose y, ya hombre casado, disfruta de una situación que él considera próspera
En este relato autobiográfico aparecen dos categorías temporales: un "ahora" que se explica a través de un "antes". Lázaro dirige su relato a una persona de rango superior ("Vuestra Merced"), a quien cuenta su "caso": las dudosas relaciones entre la mujer de Lázaro y el Arcipreste de Sant Salvador, cuya casa ella frecuenta. Este caso es el núcleo configurador en torno al cual se organiza la materia narrativa. La unidad estructural gira en torno a la convergencia de todo el pasado en el ser presente de Lázaro que cuenta su vida para justificar su "caso", un caso de honra. Lázaro no hace sino justificar una conducta moral muy particular aprendida de los labios de su madre: arrimarse a los "buenos", aquellos que le ayudan a sobrevivir.
Los sucesos fundamentales de su vida expresan el proceso educativo del protagonista, como una evolución pedagógica de perversión. Lázaro, hombre de vil origen, educado en la astucia y en el engaño por el ciego, busca una honra que le proporcione un provecho que, al fin, consigue, como nos relata en el "Tratado VII". En la novela hay dos planos narrativos: el del autor y el del protagonista; los dos planos se interfieren por medio de la ironía, aunque en dos sentidos diferentes: Lázaro cuenta su vida como si de un triunfo se tratase, mientras el autor cree todo lo contrario; Lázaro, desde su perspectiva, considera que ha llegado a buen puerto; para el autor, por el contrario, aquella situación es el colmo de la abyección.
En cuanto al estilo del Lazarillo, está escrito dentro del "estilo humilde", relacionado con la poética de los tres estilos (sublime, mediocre e ínfimo); el origen social de Lázaro exige al autor seguir las normas de la poética del estilo bajo. Cada estilo debía acomodarse a unos temas y a unos personajes para conseguir el "decoro", cualidad artística que consiste en hacer hablar a los personajes de acuerdo con su procedencia estamental. Por ello, el autor coloca al pícaro y al mundo que lo rodea dentro de una verosimilitud narrativa, en consonancia con su personalidad y el medio ambiente en el que vive. Esto se consigue intentando que la lengua sea un reflejo de este telón de fondo social; de ahí que abunden los vulgarismos y un estilo coloquial, con el que se intenta un acercamiento a la situación existencial del protagonista y de su medio ambiente.
Temas:
La temática del Lazarillo de Tormes es moral: una crítica acerba, incluso una denuncia, del falso sentido del honor ("la negra que llaman honra") y de la hipocresía. La dignidad humana sale muy malparada de la sombría visión que ofrece el autor, nihilista y anticlerical. La vida es dura y, tal como aconseja el ciego a Lázaro en la obra, "más da el duro que el desnudo"; cada cual busca su aprovechamiento sin pensar en los otros, por lo que, como se dice al principio de la obra, arrimándose a los buenos "se será uno de ellos": esto es, para ser virtuoso hay que fingir ser virtuoso, no serlo. Sin duda alguna, se trata de la visión de un humanista desencantado, acaso judeoconverso y erasmiano, a pesar de que Marcel Bataillon niega el influjo directo de Erasmo en la obra.
Como consecuencia, resultó la inclusión de esta obra en el Índice de libros prohibidos de la Inquisición, la cual permitió al cabo la circulación de una versión expurgada de los pasajes anticlericales. El Lazarillo fue, además, una obra muy traducida e imitada, y su influjo, profundo, marcó tanto la literatura española que podría decirse que sin ella no habrían podido escribirse ni Don Quijote de la Mancha ni la treintena de novelas picarescas españolas y extranjeras que se han conservado.
Fuentes:
El asno de oro: el Lazarillo responde a la estructura de la novela constumbrista de aventuras, representada por la obra de Lucio Apuleyo. Esta influye en la organización del relato y en la índole del protagonista: mozo de muchos amos; pero Lázaro no sufre la metamorfosis del personaje de Apuleyo.
Cuarto libro del esforzado caballero Reinaldos de Montalbán: esta obra, de 1542, era en realidad una adaptación de Baldus o Baldo (1521), poema macarrónico (mezcla de palabras latinas y vulgares con terminaciones latinas) del italiano Teófilo Folengo, que presentaba ya narración autobiográfica, un héroe de baja extracción y la pareja del ciego y su mozo. Pero tanto en esta obra como en el Lazarillo subyace el modelo de Apuleyo.
Proceso de cartas de amores: de esta novela sentimental de Juan de Segura (1548), el Lazarillo toma el modelo epistolar, que había adquirido gran relevancia en el humanismo.
Cuentos folclóricos:[20] actualmente, se tiende a no privilegiar en exceso las fuentes orales como fundamento del Lazarillo y a tener en cuenta los textos escritos, máxime si su posible autor era un hombre letrado.
Confesiones de Agustín de Hipona: toma la estructura autobiográfica, sobre todo al principio de la obra.
Valor y trascendencia:
El Lazarillo de Tormes es una obra artística de primer orden; lo es por su originalidad, su valor humano, su trascendencia literaria y cultural, su estilo (el castellano equilibrado, preciso y oral que preconizaba Juan de Valdés) y su lenguaje: un castellano clásico modélico, flexible y expresivo, sutilmente irónico, donde abundan las geminaciones y los isocola y donde no se desprecian y se ponen al mismo nivel el castizo refrán y la cita culta. La desproporción entre la materia y su elaboración por parte del autor se inclina marcadamente en esta última, pero sin denotar, y en eso consiste uno de sus méritos, el esfuerzo que debió suponer
Argumento:
La obra está dividida en siete tratados y cuenta en primera persona la historia de Lázaro González Pérez, un niño de origen muy humilde; aunque sin honra, nació en un río de Salamanca, el Tormes, como el gran héroe Amadís; quedó huérfano de su padre, un molinero ladrón llamado Tomé González, y fue puesto al servicio de un ciego por su madre, Antona Pérez, una mujer amancebada con un negro, Zaide, que le da a Lazarillo un bonito hermanastro mulato.
Entre "fortunas y adversidades", Lázaro evoluciona desde su ingenuidad inicial hasta desarrollar un instinto de supervivencia. Es despertado a la maldad del mundo por la cornada de un toro de piedra, embuste con el que el ciego le saca de su simpleza; después rivaliza en astucia con él en diversos célebres episodios como el de las uvas o el jarro de vino (un modelo de narración clásica) hasta que se venga devolviéndole la cornada de piedra con otro embuste, que le vale al cruel ciego descalabrarse contra un pilar.
Pasa luego a servir a un tacaño clérigo de Maqueda que lo mata de hambre, y al que sisa algo de pan de un arca que tiene; el clérigo lo confunde a oscuras (en su boca silba accidentalmente la llave del arca, escondida mientras duerme) y, tomándolo por culebra, descubre el engaño, le da una tremenda paliza y lo despide.
Después entra a servir a un hidalgo arruinado cuyo único tesoro son sus recuerdos de hidalguía y de dignidad; Lazarillo simpatiza con él, ya que aunque no tiene nada que darle, por lo menos le trata bien, si bien recurre a esa simpatía que despierta para conseguir que le dé parte de los mendrugos que consigue el muchacho al pedir limosna, ya que él no posee la dignidad de la hidalguía. El patético escudero termina por abandonar la ciudad y Lazarillo se encuentra de nuevo solo en el mundo.
Más adelante sirve Lázaro a un sospechoso fraile mercedario, tan amante del mundo que apenas para en su convento y le hace reventar los zapatos. Según Aldo Ruffinato, habría una alusión a las reformas monásticas por entonces de moda, en el sentido de "descalzar" o hacer más rigurosos los estatutos del clero regular, o quizás alusión a actividades sexuales hetero u homoeróticas.[22] Sin embargo, Francisco Rico asegura que «no hay el menor inidicio para suponer tal escabrosidad», pues el sentido del texto es una simple abbreviatio o reticencia, procedimiento abundantemente usado antes, como cuando relatando sus aventuras con el ciego, Lázaro dice «por no ser prolijo, dejo de contar muchas cosas [...]», en elipsis que era común para terminar las cartas, teniendo en cuenta que todo el Lazarillo una larga epístola.[23]
El tratado quinto es más extenso: narra una estafa realizada por parte de un vendedor de bulas o buldero. Lazarillo sirve al buldero y asiste como espectador, sin opinar, al desarrollo del timo, en el cual finge el buldero que alguien que piensa que las bulas no sirven para nada está poseso por el diablo, cuando en realidad está compinchado o conchabado con él; esto se descubre a posteriori, con una hábil técnica de suspensión. También este tratado sufrió la poda de la censura.
Los restantes y breves tratados narran cómo Lázaro se asienta con otros amos, un capellán, un maestro de hacer panderos y un alguacil y se hace aguador. Por último consigue el cargo de pregonero gracias al arcipreste de la iglesia toledana de San Salvador, quien además le ofrece una casa y la oportunidad de casarse con una de sus criadas, con la finalidad de disipar los rumores que se ciernen sobre él, ya que era acusado de mantener una relación con su criada. Sin embargo, tras la boda los rumores no desaparecen y Lázaro comienza a ser objeto de burla por parte del pueblo. Lázaro sufre la infidelidad con paciencia, después de toda una vida de ver qué es el honor y la hipocresía que encubre la dignidad realmente, ya que eso al menos le permite vivir, y con ello termina la carta, un cínico alegato autojustificativo que ridiculiza la literatura idealista del momento. Lázaro afirma que ha alcanzado la felicidad, pero para ello ha debido perder su honra, pues los rumores afirman que su mujer es la amante del arcipreste. Para mantener su posición, Lázaro hace oídos sordos a dichos rumores.
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